miércoles, 19 de septiembre de 2018

Acerca de Piaget


Se destaca en Piaget su formidable cuadro del desarrollo infantil basado en la lógica, su criterio sobre el pensamiento,  la inteligencia, y el concepto de acción. 
Piaget se consideraba ante todo un epistemólogo constructivista. No se ocupó del conocimiento en sí mismo, sino de su incremento, de cómo se pasa de un estadio de menor saber a otro mayor, y cuáles son los mecanismos que lo hacen posible. (Asimilación y acomodación ).


El pensamiento –según Piaget– tiene una génesis y sus instrumentos de conocimiento se van construyendo según cada etapa de desarrollo. El niño hereda la capacidad potencial para pensar que despliega en interacción con la vida.

Entendía la epistemología genética como “la teoría del conocimiento científico, fundada en el análisis del desarrollo de los pensamientos”. Piaget la consideró relevante para la pedagogía que se ocupa de establecer cómo construyen los conocimientos las nuevas generaciones. 

El nacimiento y desarrollo de la mente pueden ser estudiados históricamente, paso a paso sus etapas, partiendo de los albores de la sociedad primitiva hasta nuestros días. Camino arduo e incierto. 

La otra opción consiste en estudiar al niño actual desde su nacimiento hasta su forma de desarrollo más alta, en vivo, utilizando la gran cantidad de información existente. 

De manera extraordinaria y novedosa, Piaget escogió esta segunda vía y la denominó psicogénesis. Es parte de su legado como método de investigación de la mente y sus estructuras. Si bien estos dos caminos difieren, coinciden en puntos cruciales. 

En la teoría piagetiana el niño es el centro de la construcción de los conocimientos. Si se trata de
verdades adquiridas por la humanidad, transmitidas por el docente, el propio niño las debe reconquistar y redescubrir para transformarlas en saber. De lo contrario el bagaje cultural no sería más que mera información. En otras palabras, los conocimientos que son transmitidos no por eso son comprendidos, requieren reconstrucción por parte del sujeto y esto significa tiempo y dedicación. Nada le es dado, todo debe ser construido por el infante. ¡Nadie puede deglutir los alimentos por él! 

La construcción del conocimiento está ligada a la comprensión. Un esquema puede ser utilizado en situaciones similares, entonces lo afianza, y si lo usa en situaciones nuevas lo comprende. 

La filosofía como ciencia cognitiva, se encargó de establecer los orígenes del conocimiento en el siglo XVIII, en cabeza de Locke y Descartes. El primero representa la corriente empirista, argumentando que los conocimientos tienen raíz en la experiencia. No hay idea que antes no haya pasado por nuestras percepciones. No hay pensamientos preexistentes. A la comprensión la precede una experiencia. 

En la otra orilla está Descartes, para quien “la mente organiza de manera activa las experiencias sobre la base de esquemas preexistentes”. Su punto de partida y retorno son las ideas. Las percepciones son organizadas por conceptos innatos. 

Estas dos tendencias confluyen en la teoría de Piaget. En efecto, el punto de partida es la experiencia que el niño transforma en abstracciones, generando esquemas que se integran a otros ya adquiridos, para volver nuevamente a las acciones prácticas. Este ciclo cognitivo lo definió Piaget como acción, que significa participación activa del sujeto en el proceso de asimilación de nuevos conocimientos, y de acomodarlos a los ya existentes. De esta manera incrementa su conocimiento integrando los nuevos a los ya obtenidos. El conocimiento es esencialmente un proceso activo. 

Los educadores en su práctica docente con los niños, pueden probar la veracidad de estas consideraciones: 

a- que el niño no es portador de conocimientos preexistentes, los construye a partir de sus sensaciones; 

b- que las percepciones poco a poco se transforman en representaciones mentales con base en el lenguaje, cuando el niño les pone nombre a los objetos, por ejemplo. Y, 

c- que la función de la inteligencia consiste en comprender a través de estructuras lógicas, interactuando con los objetos. 

¿Qué relación guardan el niño y el entorno? En primer lugar, debemos reconocer la existencia objetiva de la realidad, de objetos permanentes conectados por relaciones causales que existen en el tiempo y el espacio con independencia del sujeto; en segundo lugar, y es la cualidad más valiosa, que está en perpetuo cambio. Y en cuanto al sujeto, se ocupa de reflejarla adecuadamente en su mente. 

Pero, ¿la refleja como si fuera un espejo? De ninguna manera, no es un simple reflejo, es una reconstrucción mental. Es activa, porque el niño lo hace transformando el contexto, organizándolo de distintos modos, agrupando objetos, seriando, modelando figuras en volumen, o construyendo. Solo conoce la realidad utilizando las diferentes operaciones mentales. Entonces, pensar es una operación mental que modifica la realidad mentalmente para comprenderla y resolver situaciones problémicas. 

Ahora bien, ¿cómo capta la realidad en movimiento? ¿Cuál es la forma de pensamiento apropiado? Responde Piaget: el pensamiento científico. Esto implica proveer al niño de las categorías lógicas –como las nociones de reversibilidad, causalidad y relación todo parte– y las diferentes nociones espacio-temporales –que forman gran parte del proyecto lógico piagetiano–. 

Si el pensamiento infantil se inicia con la intuición, debe continuar con el aprendizaje del método científico, de lo contrario el niño estaría condenado a no comprender el mundo en que vive. Es primordial en la vida contemporánea aprender a pensar como el científico emulando su método. Y este método es la lógica, ciencia que resume la experiencia metodológica de las variadas formas del pensamiento disciplinar. 

Sus máximas pedagógicas: aprender a aprender y formar personas no solo capaces de comprender la obra realizada por otras generaciones, sino de innovar y crear. Para esto, la escuela debe formar niños expertos en lo que hacen, capaces de conocerse a sí mismos y de transformarse cuando así lo precisen. El ideal de la educación no es enseñar el máximo, maximizar los resultados, “sino ante todo enseñar a aprender; es enseñar a desarrollarse y enseñar a continuar ese desarrollo después de la escuela”, afirma Piaget. En fin, dominar las habilidades básicas. 

Piaget investigó en profundidad las formas del pensamiento científico acorde con esta época de ciencia y tecnología. Estudió los orígenes del pensamiento lógico y matemático, paso a paso. Nunca las consideró las únicas formas de conocimiento, pero sí muy importantes. 

En los círculos pedagógicos se hizo a un lado el trabajo del epistemólogo suizo, en lugar de tomarlo
como un patrón a desarrollar en otros ámbitos simbólicos. Se rotuló a Piaget como monolítico cognitivo (opuesto a pluralista) por estudiar únicamente las formas científicas del pensamiento. Una visión crítica de la obra de Piaget no puede llevarnos a desecharla sino a valorarla, comprendiendo que si bien analizó el desarrollo de una forma de pensamiento, mostró el camino para que se implementara en otras disciplinas. Piaget no tiene un valor histórico, es actual y aplicable. Con Piaget se inaugura el estudio general del pensamiento lógico y científico. 

Otro hecho notable en la investigación piagetiana es la introducción de la dialéctica como método para explicar el desarrollo de la mente infantil. Toda asimilación supone una acomodación y un resultado superior como síntesis. Esto significa que el proceso de desarrollo cognitivo consiste en asimilar nuevos pensamientos e integrarlos a los ya existentes. Unos y otros no se excluyen, se conservan y mantienen enriqueciéndose, y esto es fundamental en el conocer racional. Así, Piaget explica la evolución ascendente del pensamiento. 

La reversibilidad, como operación mental, también contiene el elemento lógico. Se trata de captar las diferentes relaciones que un objeto puede tener con los demás. En la primera infancia un niño percibe un objeto, o como grande o pequeño, como absoluto. El pensamiento progresa en la medida en que capta las cualidades de los objetos en sus múltiples relaciones, de tal suerte que un objeto puede ser concebido como grande y pequeño a la vez, de acuerdo con el punto de relación. Tarda varios años el niño en comprender un objeto como unidad de lo diverso. 

Cuando el organismo siente sed y hambre es un síntoma de desequilibrio orgánico que debe restablecerse tomando agua o alimentos. De igual modo, la mente infantil debe sentir la necesidad de conocimiento, y esto sucede cuando tiene que resolver preguntas o problemas. El párvulo, ávido de conocimientos, los adquiere impulsando su desarrollo mental a un estado cada vez más equilibrado. Se deduce fácilmente la labor del educador: generar entornos que provoquen desequilibrio cognitivo. 

Así, Piaget se ubica dentro de los mejores exponentes de la lógica dialéctica. Su teoría general del desarrollo de la mente infantil es un excelente ejemplo de la aplicación del método dialéctico a una disciplina en particular. 

Gracias a la obra innovadora de Piaget “ya no pensamos en los niños pequeños como si fueran unos adultos en miniatura o unos simples ignorantes. Ahora se reconoce que los niños tienen sus propias maneras de representar el mundo.” (Gardner 199) La descripción que “hizo de la mente del niño, probablemente perdurará”.(Gardner. 2012). 



Edaurdo Salazar Varon.

edusalazar56@gmail.com

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