La naturaleza y el hombre están intrínsecamente unidos. La madre Tierra o Gaia, como le decían los antiguos, provee los materiales que transformamos para nuestro beneficio, en un proceso dialéctico mediante el cual los seres humanos modificamos, no solo el medioambiente, sino también nuestro propio cuerpo y, fundamentalmente, nuestra esencia interior.
Esta interacción es posibilitada por nuestros órganos sensoriales, que paulatinamente se han aguzado y perfeccionado de acuerdo con la mayor o menor utilización que les hemos dado. En nuestro